Una estructura cerebral, la amígdala, detecta una amenaza en milésimas de segundo

Científicos han demostrado que la amígdala del cerebro humano es capaz de detectar posibles amenazas en el campo visual a escalas de tiempo ultrarrápidas. Los investigadores observaron este comportamiento mediante la medición de la actividad eléctrica de la amígdala de pacientes que habían sido implantados con electrodos con el fin de diagnosticar mejor su epilepsia. Así produjeron nuevos datos sobre cómo la información viaja entre las redes visuales y emocionales.

La amígdala es parte del sistema límbico y juega un papel clave en el procesamiento de las emociones. Esta se encuentra en la parte interna del cerebro, es decir, en el área subcortical del cerebro y está recubierta por la neocorteza, la parte externa del cerebro que cubre ambos hemisferios y que es responsable de la mayoría de las funciones cognitivas superiores en los seres humanos.

El estudio estuvo orientado a lograr un mejor diagnóstico de las condiciones clínicas de enfermedades como la epilepsia, para lo cual, los neurocirujanos implantaron electrodos en la amígdala.

En el análisis de la actividad de esta, permitió a los investigadores obtener por primera vez evidencia directa del mismo cerebro de los seres humanos, que esta zona por sí mismo es capaz de extraer información acerca de los estímulos biológicamente relevantes en la escena visual muy rápidamente, antes de recibir la información visual más precisa de la neocorteza.

Los científicos llegaron a esta conclusión realizando experimentos que les permitió observar que la amígdala puede trabajar sólo con información visual gruesa dentro de una imagen si esta transmite información biológicamente relevante de la amenaza, como la expresión de miedo en otra persona.

Así, los científicos consideran que esta nueva visión de cómo viaja la información entre el sistema visual y redes emocionales puede ayudar a mejorar la comprensión de las patologías donde se expresan sentimientos de miedo intensos, como las fobias y la ansiedad, en los que se presume que la amígdala desempeña un papel fundamental.

En un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience y ha sido desarrollado por un equipo internacional de científicos liderado por científicos del Campus de Excelencia Internacional de Moncloa (UCM-UPM).