Marte tenía las condiciones adecuadas para la vida subterránea

El antiguo Marte probablemente tenía un amplio suministro de energía química para que los microbios pudieran prosperar bajo tierra.

Un reciente estudio mostró que el subsuelo marciano antiguo probablemente tenía suficiente hidrógeno disuelto para alimentar una biosfera subsuperficial global. Basándose en cálculos básicos de física y química, los científicos determinaron que las condiciones en esta zona habitable habrían sido similares a lugares en la Tierra donde existe vida subterránea.

Se sabe que nuestro planeta Tierra alberga lo que se conoce como ecosistemas microbianos litotróficos subsuperficiales. Estos microbios se desarrollaron en un ambiente carente de la energía que proporciona la luz solar. Debido a esto, los microbios subterráneos a menudo obtienen su energía de los electrones de las moléculas que encuentran en sus entornos circundantes. La molécula de hidrógeno es uno de estos elementos que disuelto es un gran proveedor de electrones; los científicos saben que alimenta a estos microbios en la Tierra.

El estudio ha mostrado que la radiación, en un proceso llamado radiólisis, rompe las moléculas de agua en sus partes constitutivas de hidrógeno y oxígeno. Esto habría creado una gran cantidad de hidrógeno en el antiguo subsuelo marciano. Los investigadores estiman que las concentraciones de hidrógeno en la corteza hace unos 4.000 millones de años habrían estado en el rango de concentraciones que sostienen a los abundantes microbios en la Tierra hoy en día.

Estos hallazgos, sostienen los científicos, no significan que la vida definitivamente existió en el antiguo Marte, pero sí sugieren que el proceso de la vida realmente comenzó. El subsuelo marciano tenía los ingredientes clave para soportarlo durante cientos de millones de años.

Este trabajo también tiene implicaciones para la futura exploración de Marte, lo que sugiere que las áreas donde se expone el subsuelo antiguo podrían ser buenos lugares para buscar evidencia de vidas pasadas.

El estudio ha sido liderado por Jesse Tarnas, de la Universidad Brown, y fue publicado Earth and Planetary Science Letters.