Construcción de presas hidroeléctricas ponen en peligro el futuro de la amazonía

La amazonía está bajo amenaza debido a los cientos de hidroeléctricas que están proyectadas construirse en ella.

Los cientos de presas construidas y proyectadas pueden perjudicar seriamente la vida en y alrededor de la amazonía. Estas construcciones atrapan el flujo de nutrientes ricos y tienen la capacidad de modificar el clima, según los resultados de un estudio publicado en la revista Nature, que ha sido realizado entre América Central y el Golfo de México.

Los promotores económicos de América del Sur sostienen que para satisfacer las necesidades energéticas de la región, se han propuesto construir 428 presas hidroeléctricas. Actualmente, se han construido -o están en construcción- 140 en la cuenca amazónica, que es la red de canales de ríos más grande y compleja del mundo que sustenta la más alta biodiversidad en la Tierra.

Los científicos sostienen que, si bien estas presas hidroeléctricas se justifican porque proporcionan energía renovable y evitan las emisiones de carbono, se ha prestado poca atención a las importantes perturbaciones que presentan para las llanuras que inundan en las selvas tropicales del Amazonas, la costa norte de América del Sur y el clima de la región.

Se sabe que los ríos y los bosques son la fuente del 20 por ciento del agua dulce del planeta y contienen valiosos recursos bioquímicos que son utilizados en la medicina moderna.

Además, mediante estos ríos se intercambian sedimentos a distancias continentales mediante los cuales se transportan los nutrientes al enorme mosaico de humedales. Este transporte de sedimentos sustenta la vida silvestre de toda la región pero también modulan la dinámica de los ríos que dan lugar a los hábitats y la diversidad biótica, tanto para los organismos acuáticos y no acuáticos.

La gente y las instituciones de la zona ya están preocupadas por este panorama y, entidades como el Instituto Teresa Lozano Long de Estudios Latinoamericanos, han iniciado estudios para poner en relieve los riesgos y cambiar la forma en que se enfoca el problema. Ellos afirman que se está destruyendo masivamente nuestros recursos naturales, razón por la cual urge encontrar algunas alternativas racionales para la conservación y el desarrollo sostenible. El tiempo apremia, señalaron.

En un reciente estudio introdujeron el índice de vulnerabilidad ambiental de la presa (DEVI), que fue desarrollado para determinar los impactos actuales y potenciales de las represas en los ríos y sus ecosistemas en la cuenca del Amazonas. El DEVI cuantifica, en una escala de 0 a 100, la vulnerabilidad de un área en, por ejemplo, el posible cambio de uso del suelo, la erosión, la contaminación, los sedimentos atrapados y cambios generales en los sistemas fluviales debido a las presas.

Los investigadores encontraron que muchas de las presas existentes se encuentran en zonas de alto rendimiento de sedimentos, tales como la cordillera andina, que proporciona más de 90 por ciento del sedimento detrítico a todo el sistema.

En esta escla, los ríos Marañón y Ucayali tienen una alta vulnerabilidad en esta región con 104 represas planificadas y 47 construidos en sus ríos. Los investigadores encontraron que aproximadamente entre 68 y 80 por ciento de zonas que están aguas arriba de la presa, se quedan sin protección de esta influencia que modifica de la dinámica de los ríos, alteran la creación de cochas y ramas, disminuyen las inundaciones y la acumulación de sedimentos por inundación, con lo cual se pone en riesgo a miles de especies de aves, peces y árboles.

En las zonas de Brasil la situación está mucho más grave puesto que se enfrenta a riesgos debido al uso de la tierra, la erosión, la contaminación y los sedimentos atrapados.

Los investigadores están trabajando para mostrar el alcance de impacto que, si se construyen todas las presas previstas, tendrá una dimensión interhemisférica.

Este estudio se ha realizado gracias a la colaboración multidisciplinar e internacional de investigadores de 10 universidades y fueron dirigidos por científicos de la Universidad de Texas, Austin, E.U.