La NASA informa, tras un estudio que duró siete años, que los bosques naturales en la Amazonía eliminan más dióxido de carbono de la atmósfera de lo que emiten, por lo tanto, reducen el calentamiento global.
Este hallazgo resuelve un debate de larga data acerca del componente clave que revela el papel que juega la cuenca del Amazonas en el balance global del carbono.
El balance del carbono del Amazonas es una cuestión de vida o muerte: los árboles vivos toman el dióxido de carbono del aire a medida que crecen, los árboles muertos emiten este gas, que produce el efecto invernadero, a medida que se descomponen. Este nuevo estudio, publicado en Nature Communications, es el primero en medir muertes de árboles causadas por procesos naturales a lo largo de la selva amazónica, incluso en zonas remotas donde no hay datos han sido recopilados a nivel del suelo.
Los investigadores llegaron a esta conclusión luego de analizar los datos de satélites y otra información. Encontraron que cada año, los árboles amazónicos muertos emiten un estimado de 1900 millones de toneladas (1,7 mil millones de toneladas métricas) de carbono a la atmósfera. Luego compararon los datos de absorción de carbono del Amazonas, que obtuvieron de los censos de crecimiento de los bosques, en los diferentes escenarios de incertidumbre que modelaron. En todos los escenarios, la absorción de carbono por los árboles vivos compensa las emisiones procedentes de los muertos, lo que indica que el efecto predominante de los bosques naturales de la Amazonía es la absorción.
Hasta ahora, los científicos sólo habían sido capaces de estimar el balance de carbono de la Amazonia a partir de observaciones realizadas en zonas forestales de pequeñas parcelas.
En estas parcelas, el bosque expulsa más carbono del que emite, pero la comunidad científica ha estado debatiendo lo bien que las parcelas representan todos los procesos naturales en la gran región del Amazonas. Ese debate comenzó con el descubrimiento en la década de 1990 que las grandes áreas del bosque pueden ser exterminados por tormentas intensas en eventos llamados purgas.
La correlación de datos aire-tierra se hizo con nuevos para identificar los árboles muertos en diferentes tipos de imágenes tomadas con sensores remotos. Los árboles caídos crean un hueco en el bosque que puede ser medido por aviones de investigación, y la madera muerta cambia los colores de una imagen óptica captada por un satélite. Luego, los investigadores afinaron sus técnicas para que pudieran aplicarse a datos aéreos de partes de la Amazonia que no tienen datos correspondientes de tierra y vía satélite.
Se encontró que las grandes perturbaciones naturales – las cuales no son observadas en parcelas- tienen un efecto pequeño sobre el ciclo del carbono en toda la Amazonía. Cada año, alrededor del dos por ciento de toda la selva amazónica muere de causas naturales. Los investigadores encontraron que sólo el 0,1 por ciento de esas muertes son causadas por las purgas.
Este estudio se centró solamente en los procesos naturales de la Amazonía, no en los resultados de las actividades humanas, como la tala y la deforestación, que varían amplia y rápidamente con el cambio de las condiciones políticas y sociales.
En esta investigación participaron, además de la NASA, la Universidad de New Hampshire, Durham, las Universidades de Leeds y Nottingham, Reino Unido, la Universidad de Oxford, Reino Unido, la Universidad James Cook, Cairns, Australia, del Servicio Forestal de EE.UU. Instituto Internacional de Dasonomía Tropical, Puerto Rico; EMBRAPA satélite Center, Campinas, Brasil Monitoreo; Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía, Manaus, Brasil, EMBRAPA Amazonia oriental, Santarém, Brasil, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), São José dos Campos, Brasil, el Jardín Botánico de Missouri, Oxapampa , Perú y el Instituto Carnegie para la Ciencia, Stanford, California.